lunes, 25 de enero de 2016

Sam y Eli: El mejor romance de Juego de Tronos (Primera Parte)



Por largo tiempo me han oído rechinar los dientes contra la manera en que “Juego de Tronos” ha retratado a Samwell Tarly. He llegado a tachar  a David Benioff y Daniel Weiss de “gordofobos” por como han menoscabado al obeso Guardia de la Noche. Para ser justos, me he equivocado.  Solo ahora me doy cuenta que los cambios arcangélicos han favorecido a la creación de John Bradley y están más que justificados. Los Arcángeles han engrandecido a Sam, superando a la invención de George R.R. Martin  al convertirlo en el protagonista de la más romántica historia de amor de la serie.

No tengo que decirles que Sam Tarly es uno  de mis favoritos de Una Canción de Hielo y Fuego. Me atrevo a aventurar que es un predilecto de su autor quien además le ha otorgado algunos rasgos autobiográficos. Por suerte para Ser George no le ha tocado vivir los martirios que ha soportado el joven Tarly.  Ya en Juego de Tronos, sabemos quién es Sam, de dónde viene, cómo fue su vida antes de vestir el negro. Sabemos que fue su propio padre quien lo exilió a Castle Black, y los motivos por los que Lord Randyll Tarly se sintió defraudado con su hijo desde que Sam era un niño.

Obviamente, la serie no podía gastar tanto tiempo contándonos las penurias que Sam sufrió por no ser el macho violento y aguerrido que su padre deseaba, pero aunque breve, es muy impactante ese relato que le hace a Jon sobre como lord Randyll coloca a su primogénito entre la espada y la pared. Debe escoger entre la muerte o La Guardia Oscura.

Aunque me hubiese gustado ver esa escena del libro en la que Fantasma adopta a Sam, era imposible recrearla sobre todo porque sabemos lo difícil que ha sido para el equipo trabajar con animales. Como compensación, Weiss&Benioff inventaron un vínculo entre lobo y Sam, ya que en  dos ocasiones el huargo ha rescatado al joven Tarly: la primera vez fue de los Caminantes Blancos, la segunda, de los “hermanos” que  pretendían violar a Eli.

George R. R. Martin quiso describir la evolución de un cobarde nato hasta convertirlo en un héroe. Para eso era necesario mostrar a Sam como un despojo humano. Más allá de su aspecto físico, Sam a su llegada al Castillo Negro, es casi incapaz de comunicarse debido a su miedo omnipresente a todo. Apiadado del gordito, Jon Snow lo toma bajo su protección y persuade a sus amigos de seguir su ejemplo. Incluso usa a Fantasma para “convencer “a Rast de no maltratar al joven Tarly. Será Jon quien le consiga “empleo” a Samwell con Maestre Aemon.

Los Arcángeles tenían claro ese propósito del autor pero al tratar de ponerlo en práctica se tropezaron con un problema.  Un Sam balbuceante, llorón y con miedo a todo funcionaba en el texto, pero en pantalla sería insufrible. Por eso lo hicieron más articulado y menos lastimero. Prefirieron convertirlo en el sabelotodo del grupo.

El Sam de las serie trasciende su tragedia hasta volverse un personaje interesante y útil. Es el Hermione Granger del Castle Black. Sus compañeros podrán reírse de su sapiencia, pero también se apoyan en los conocimientos de quien se entera de todo a través de los libros. Tanto así  que, Aemon no necesita del consejo de Jon para transformar a Sam en ratón de la imponente biblioteca de La Guardia Oscura. Sam además, habiendo trascendido sus resquemores iníciales comienza a evidenciar su inteligencia de otras formas tales como explicarle a Jon que ponerlo al servicio de Mormont es una manera de preparar al Bastardo para comandar La Guardia de la Noche.

Weiss&Benioff  nos cuentan que Sam  es inteligente, pero también es un niño, un adolescente con todas las necesidades y dudas propias de los púberes. Eso es evidente en esa conversación sobre el tema-obsesión de los chicos, el sexo.

Mientras limpian el comedor, Sam interroga a Jon sobre su vida sexual,  Es una escena muy bien hecha, porque evitan clichés. No son hombres que recuerdan que han cerrado la puerta su sexualidad, son jovencitos llenos de curiosidad. Por fin  descubrimos las razones de Jon para escoger el celibato y ese final con la interrupción de Sir Alliser y su profecía siniestra quita cualquier resabio de obscenidad al momento sin rebasar el toque de humor. “¿No sabias donde ponerla?” pregunta Sam al oír que Jon rechazó los favores de la voluptuosa Ros.  


 Es normal en el retrato estereotípico de los obesos en la ficción juvenil que las gorditas sean las primeras en perder la virtud, pero que sus contrapartes masculinas sean vírgenes eternamente. Martin destruye ese estereotipo al permitir que Sam conozca el amor gracias a una habitante del Pueblo Libre.

Curioso que tanto Jon como su Sancho Panza terminen en los brazos de desinhibidas salvajes. Eso sin que Ygritte y Eli son muy diferentes. Si la Besada por Fuego tenía personalidad para regalar, Alelí (O Gillyflower como se la llama en inglés) es un ente pasivo que está ahí para cumplir un propósito. De regreso al Torreón de Craster, Sam es obligado por las viudas de su anfitrión a hacerse cargo de Eli y de su bebe recién nacido. Anteriormente, el tímido Sam había hecho amistad con ella (a pesar de la prohibición de acercarse a las mujeres de Craster) y había intentado socorrerla.

A pesar de que en su huida hacia El Muro, Sam y Eli vivan muchas aventuras, ella no es un personaje que atrape. Solo la vemos a través de los ojos de Samwell quien nos transmite que es bonita, valiente y buena. Esto último se manifiesta, cuando ya en el Castillo Negro, Eli  amamanta al hijo de Mance Ryder. En agradecimiento, Jon le arrebata a su bebé para que Melisandre lo sacrifique y le encarga a Eli al niño del Rey-Mas-Allá-Del-Muro. Sam y Eli (y bebe Ryder) son empacados en un viaje en compañía del Maestre Aemon.

Eli llora la pérdida de su hijo. Sam se lamenta pero ninguno se rebela ante la orden. Es en el viaje en la Cinnamon Wind, que Gilly se consuela. Tras la muerte del Maestre Aemon le pone el nombre del difunto a su hijo adoptivo e intempestivamente hace el amor con Sam.

Aunque Samwell ha quedado contento con la experiencia, se auto reprocha el haber faltado sus votos y le explica Gilly que ellos no pueden ser pareja. Para reparar su falta decide enviar a La Salvajita a su casa para que los Tarly se encarguen de ella y del bebé. Muy diferente es el cuento que Los Arcángeles escribieron para la adaptación televisiva. (Continuará)


jueves, 14 de enero de 2016

¿Y Ahora Nos Quedamos sin Snape? Adiós Alan Rickman



Tenía 69 años, murió de cancer y era un genio. ¿Es que acaso Bowie no quiso partir solo? ¿Es que acaso se ha construido un nuevo Cielo donde solo van los Fantásticos? Nada me consuela porque se fue Hans Gruber, El Coronel Brandon, Mesmer, Rasputín , el de los mil nombres, pero para todos los amantes de la fantasía, él si era nombrable, a él si le podiamos decir Severus Snape.


Es una semana negra. Muere mi ídolo, termina mi romance con Lord H, y nos deja Snape. El si entendía de lutos y corazones rotos. Ya no me quedan palabras. Ya no me quedan lágrimas.

lunes, 11 de enero de 2016

Ha Muerto El Goblin King: Adiós a David Bowie


Esta mañana me despierto con una noticia pésima. Me escribe mi hermano un e-mail de texto sucinto: “Bowie: Our  Dorian is gone “(“Nuestro Dorian se ha ido”.) Me quedé helada. La partida de quien ha sido nuestro gran ídolo en la música, no solo me golpeaba por ser inesperada (tenía solo 69 años. Cinco más que Lord H) sino que me hacía sentir como que si la magia se hubiera evaporado del mundo. Es natural, David Jones, que los siglos XX  y XXI, conocerían como David Bowie, fue un rey de fábulas en la ficción y en la realidad.

Mágico tenía que ser quien encarnará en el escenario  a Ziggy Stardust, un extraterrestre bisexual.  Ziggy fue uno de los muchos rostros de un músico, pionero del glam rock,  que impactó la cultura de las últimas décadas del pasado siglo. Alguien que vivió reinventándose hasta volverse un icono cultural. Incluso en un momento se confesó bisexual y más tarde juró ser heterosexual. Había que tener cojones  mágicos  para atreverse a hacerse eso, pero Bowie quien rechazara un título de caballero que le ofreció la corona británica, los tenía.

Aparte de ser un hombre muy hermoso, fue un árbitro de la moda. Recuerdo a mis hermanos en los 80’s copiando sus trajes. En aquella época, Bowie impuso estilos que se volvieron el epitome  de la sofisticación masculina.
















Sin embargo en los 70’s había sido  un ídolo de la androginia, atreviéndose a lucir looks transgénero mucho antes que esto estuviera de moda.  Utilizando técnicas de las pantomimas, y del teatro kabuki, Bowie (que también era pintor) convertía su apariencia física en un lienzo para expresar arte y moda.

Pero vamos a su contribución a la fantasía y a la ciencia ficción. Su primer rol protagónico fue en la cinta  de Nicolas Roeg “El Hombre que cayó de las estrellas” (“The Man Who Fell to Earth”, 1972) donde daba vida a un alienígeno cuyo planeta está pereciendo por falta de agua. En busca del precioso líquido llega a la Tierra y cae presa de enfermedades terrícolas como la deslealtad, el alcoholismo y un mal amor.

En los 80’s, la   década que lo vería volverse una superestrella del rock, filmará dos películas, hoy de culto para los amigos de los sobrenatural. La primera fue el drama vampírico “El ansia” (“The Hunger”, 1983). Dirigida por el desaparecido Tony Scott, y basada la novela de Whitley Strieber, “El ansia” era una alegoría urbana sobre el tema inmortal de la fragilidad del amor, la juventud y la belleza.

Bowie es John dominado por su esposa, la tres chic vampiresa Myriam (interpretada por una exquisita Catherine Deneuve envuelta en creaciones de Saint Laurent). Ambos viven en un elegantísimo departamento en Manhattan rodeados de antigüedades, música clásica y todo lo que representa belleza y refinamiento.

Sin embargo, esta pareja milenaria recorre antros nocturnos en busca de sangre que los mantenga vivos. John ha aceptado esa vida a cambio de la promesa de su mujer de que será eternamente joven, pero todo cambia cuando un virus comienza a envejecerlo. Desesperado, busca la ayuda de la geriatra  Sarah Roberts (Susan Sarandon). Sara es incapaz de encontrarle cura y la veleidosa Myriam prefiere a la geriatra como amante antes que un viejo marido.

Voy a hacer ahora un poco de trampa. Ese mismo año, Bowie estelariza mi película favorita suya (y una de las veinte mejores películas que he visto en mi vida) “Merry Christmas Mr. Lawrence”. Aunque esta pieza de Nagisa Oshima es un crudo drama histórico, tiene visos místicos así que hablaré de ella aquí. Está basada la serie de cuentos del ya místico sudafricano  Sir Laurens van der Post  (novelista, folclorista, filosofo, gurú y padrino del Duque de Cambridge) The Seed and the Sower. Como los cuentos, la película tiene lugar en un campo de prisioneros  japonés en Java, durante la Segunda Guerra Mundial.

La vida ya bastante dura de los presos recibe un cambio con la llegada del enigmático Mayor Jack Celliers (Bowie), un oficial sudafricano que parece no entender lo peligrosos que son sus captores ya que constantemente se rebela contra ellos, adoptando actitudes casi lunáticas. Solo a mitad del filme descubrimos que Celliers está obsesionado con  expiar un pecado que en el pasado cometió contra su hermano menor.

El supersticioso  Capitán Yonoi (Ryukishi Sakamoto) llega a pensar que Celliers es un demonio que ha venido a tentarlo (hay una cierta insinuación que Yonoi se siente sexualmente atraído por su prisionero). Cuando Celliers se atreve a interrumpir una ejecución, y abraza a Yonoi  públicamente, el comandante ordena que se le entierre vivo. En su agonía, Celliers tiene un sueño en el que finalmente puede pedir perdón a su hermanito.

Tres años más tarde, en 1986, David Bowie dará vida a un personaje totalmente fantástico, El Rey de los Gobelinos  en la fantasía de culto “Laberinto”.   Dirigida por el gran Jim Henson y producida por George Lucas, “Laberinto” tiene la característica de solo tener dos actores “reales” en un reparto de marionetas y criaturas fantástica: David Bowie y, la entonces adolescente, Jennifer Connelly.

Sarah es una jovencita que prefiere vivir en el mundo fantástico de obras de teatro y libros antes que enfrentar responsabilidades como cuidar de su hermanito Toby. En un momento de ira, Sarah pide que a Toby se lo lleve El Rey de los Gobelinos, un personaje de uno de sus libros. Jareth (Bowie), que así se llama El Goblin King, realmente existe y cumple su deseo. Sarah se verá obligada a internarse en un laberinto mágico y  cumplir con los requisitos de Jareth (que está enamorado de ella) para recobrar a Toby.

En los 90’s, Bowie aceptó el rol del  prodigioso agente del FBI, Phillip Jeffries en la continuación del éxito de David Lynch “Twin Peaks”. Esta vez se trató de “Fire Walk with Me” la versión fílmica de la esotérica serie. Ahí Bowie encarna un agente que aparece y desaparece en un constante ir y venir entre mundos paralelos que eran parte de los innumerables misterios de la serie.

En el Siglo 21, Bowie sigue activo no solo en la música pero también en la actuación. Su último papel es en la fantasía histórica “El gran truco” (The Prestige, 2006)  donde encarna un personaje de la vida real, el enigmático y mítico científico, Nikolas Tesla. Ese mismo año presta su fabulosa voz (una vez dije que las voces masculinas más sexis  del mundo eran las de Maximilian Schell y la de David Bowie) para el villano Maltassard en el filme animado de Luc Besson “Arthur y los Invisibles”.

Quien no quisiera llamarse “Sir David Bowie” aceptó en su breve vida muchísimos honores y títulos no solo como músico y actor. Por algo en la lista de “Los Británicos más Importantes de la Historia” ocupa el  número 29. Me acabo de enterar, pero no me sorprende, que en el 2013 haya ingresado al Hall of Fame de la Ciencia Ficción y la Fantasía. Quien sucumbiera ayer al cáncer hepático simbolizó la fantasía de una época. Su  música y arte tuvieron influencias ocultas que van desde  Aleister Crowley hasta Lovecraft. En un momento se interesó en el budismo, pero terminó diciendo que su única religión era la música.
David, Iman y Alexandria

Su legado es inmenso y abarca varias formas de expresión artística, sin olvidar a sus hijos (al momento de morir estaba casado en segundas nupcias con Imán, la modelo somalí) el galardonado director de cine Duncan Jones y la quinceañera Alexandria. Como si fuera poco, hasta una araña que lleva su nombre: Heteropoda davidbowie

Pero al comienzo mencioné que para mi hermano y para mi, él ERA el verdadero Dorian Gray. ¿de dónde viene esa idea? Pues de un ya olvidado video clip de una canción de Bowie de 1979, Look Back in Anger (Recordando con ira).  David Mallet creó el video alrededor del final de la novela de Oscar Wilde. En el clip vemos a Bowie corromperse y envejecer ante un retrato de si mismo que permanece eternamente joven. Así permanecerás, Sir David, en mi memoria.



miércoles, 6 de enero de 2016

¿Por qué no me molesta que Winds of Winter no llegue al mercado este otoño?


Quería evitar el tema, pero la batahola es tan fuerte que estoy obligada a enfrentarla.  Después  de “amenazarnos” con (por fin) dar fecha de aparición de su más que anhelada Vientos de invierno George R.R. Martin se ha puesto sus moños y anunciado que el libro terminará “cuando tenga que terminarse”. ¡He dicho y se callan! ¿Y a qué no se imaginan? En medio de la ira y estupor troneros,  yo debo ser la única a la que le  importa un bledo, de hecho me alegro.

Nunca me creí el cuento de que en otoño (primavera en el Hemisferio Norte) soplarían vientos invernales. Era un absurdo. ¿Cómo iba a opacar toda la faramalla arcangélica? No se puede echarles abajo el tinglado cuando Weiss&Benioff están tan contentos jugando al pillarse en ese laberinto que se han construido al rescribir lo que nunca debió ser rescrito. Un día de estos no van a poder salir de ese zarzal y ahí entra el dilema de ser George.

Entiendo que los que se creyeron que venía el bendito libro en camino, se sientan humillados y ofendidos. Pero esto no es más que otro escalón del tremendo monumento al troleo que comenzó a partir de la Tercera Temporada de”Juego de Tronos “. Si hay que enojarse con Martin es por una razón, haber cedido una obra inconclusa  a un medio tan mercantilizado que no supo tratarla con respeto. No le niego a Martin  el derecho de lucrar con su trabajo, pero cuando este ya estuviera acabado.

Sin la serie no existiría ese clamor por la continuación de la saga. Seamos sinceros. La primera generación de troneros que nació en el Siglo XX, no es la que más patalea ante el paso de tortuga del escritor de Nuevo México. Ellos ya superaron ese síndrome de abstinencia. Ellos se quedaron en el 2005, fecha (y aunque duela decirlo, es cierto) en que se acabó la saga. La “Danza de Dragones” fue solo lo que se le quedó en el tintero al gordito.












Es triste reconocerlo, pero cada obra literaria tiene un espíritu y un contexto histórico en el que es creada.  Una Canción de Hielo y Fuego es totalmente New Age, tiene toda esa ingenuidad “noventera” y “clintoniana”, tiene un espíritu que hoy calificaríamos de “retro”. Por eso Martin no la puede acabar porque no puede recuperar el zeitgeist que alimentó sus inicios. La saga se quedó atrás y ahora él está en un siglo XXI trabajando nuevos proyectos, mirando a su opus magna como Stephen King mirará a Carrie o a El resplandor, con cariño pero con cierta suficiencia de saber que eso es un “ayer”.

Aparte, tal como nos hemos indignado ante cambios inauditos en la adaptación, Martin  también se ha de sentir incomodo,  Le debe fastidiar tanto como a nosotros que sea a Sansa y no a Jayne Poole la que violan enfrente de Theon, o que quemen a Shireen fuera de contexto, que Los Arcángeles sean mas asesinos de lo que nunca será Ser George. El debe sufrir al ver que una tercera generación  ama la serie, pero desprecia los libros y ni se molesta al ver que a Brienne la describe como marimacho, a Jaime como un pusilánime y a Jon como un mamerto.

Otro punto que ayuda a cohibir la creatividad literaria de Martin es el dedo acusador de su fandom.  No solo reniegan de su lentitud, también lo culpan de cómo la serie traiciona al libro. Después de tanta reacción airada, tal vez hasta le tenga miedo a escribir una secuela que indigne más a los troneros de la segunda generación, los que leímos el libro a la par de la Primera Temporada y nos enamoramos de una obra precisamente por ese aire elegiaco y antiguo que Elio M. García y Linda Antonsson  denominaron “romántico.”

No sé si Martin podrá alguna vez acabar de cantar su Canción. Mi consejo sería que trabaje en las sombras, tranquilo, y que publique lo que ha de publicar por allá por el 2020, cuando ya la serie esté totalmente olvidada. A mí no me molestaría. Estoy segura que si estoy viva, y aun dueña de mi razón, me gustaría mucho leer la obra del maestro que seguramente servirá para exorcizar cualquier extravagancia de los Ds.

Pero hay diferencia entre decir que no me importa que Vientos de invierno no se publique este 2016 y “que me alegre” que no suceda. Lo segundo obedece al estupendo enredo que se ha hecho con la publicidad de la Sexta Temporada de la serie. Han dicho tanto, han ocultado tanto, mentido tanto  y soltado cada posibilidad que la serie se ve más que comestible, sabrosa.

Me muero por ver a los Greyjoy en su hábitat de Pyke; y a Sam en Colina de Cuervo. Quiero conocer a Lyanna en La Torre de la Alegría y volver a ver a Osha.   Quiero asistir  a ese conclave en el patio de Winterfell que interrumpirá WunWun. Quiero llorar al ver a Sansa reunirse con sus hermanos.  Quiero visitar La Ciudadela y quiero que me inviten a La Boda Negra de Lord Walder. Y por supuesto ver a Arya regresar a Poniente, ver resucitar a su madre y oír nuevamente los ladridos de Sandor Clegane.

Por eso no necesito que Ser George se esfuerce por mí, La Loca de La Casa ya está dándole vuelta a la manivela. Solo cuando acabe la temporada y en caso de que Los Arcángeles me defrauden (y esa posibilidad está eternamente abierta) rugiré por una secuela que me haga soñar de nuevo con la esperanza eterna de que a Sansa no la violarán, de que Shireen será sacrificada en aras de un bien mayor y que Ser Jaime y Lady Brienne recitarán sus votos ante la luz de Los Siete.


domingo, 3 de enero de 2016

Año Nuevo, Nuevas Fantasías: Lo que nos trae el 2016


La fantasía sigue teniendo su espacio en cine y series de televisión, pero las últimas que hemos visto no han sido del todo rescatables. ¿Ocurrirá lo mismo con  el cargamento del 2016  o nos  traerá algunas sorpresas?

En el cine no hay nada programado que no hayamos discutido en blogs anteriores.  Lo nuevo que se anuncia denota la costumbre de Hollywood, en épocas de crisis,  de apostarle a lo conocido, (léase  “secuelas de mega éxitos"). Así  ya se  anuncian nuevas entregas de las sagas de “Viaje las Estrellas”, “Los X Men”, “El Día de la Independencia”, “Los Cazafantasmas “y “Alicia en el País de las Maravillas”.

También ya se ha programado la segunda parte de “El Poderoso Oz” y eso que no fue un éxito en taquilla.  Sucede que, (lo descubrí en mi investigación sobre la obra de Frank L. Baum), la franquicia “Oz” siempre vende.

En  esa onda, en México están preparando una cinta de monos animados sobre Los Monos Voladores y qué sucedió con ellos tras derretirse La Bruja Mala del Oeste. Nuevamente nos amenazan con sacar al aire la perennemente archivada “Emerald City  (ahora con Adria, hija de Ricardo Arjona como Dorothy) “y hace dos años  que  la CBS prepara un drama medico llamado “Dorothy” donde la niñita de las zapatillas rojas se convierte en una cardióloga neoyorquina.  Ya lo dije, el tema del Mago de Oz da para posibilidades inagotables.
Adria Arjona

De las series de televisión que verán luz en el 2016, hay pocas que no hayamos mencionado y ninguna muy impresionante. Aparte del desatino de tener a El Coludo de protagonista (“Lucifer”) ahora quieren hacernos conocer las nuevas aventuras de Damien. Si el  mismísimo Anticristo de la saga de “The Omen” (“La Profecía”).

Aunque los entes diabólicos no me apetezcan en nada, el cuento de “Preacher” me está interesando a medida que se sabe más de su argumento. Como en el comic en el que está basado, la serie narra las aventuras de Jesse Custer, un pastor que, tras la destrucción de su parroquia (y feligreses) es poseído por Génesis, una criatura hibrida producto de la unión de un ángel y de un demonio.

Dominic Cooper (“La Duquesa”,  “Fleming”) interpreta a  Custer. Es una especie de Don Quijote sobrenatural, ultra violento  cuyo propósito es encontrar a D-s (literalmente) y descubrir si Génesis puede vencer al Todopoderoso en batalla (supongo que en una especie de duelo Stark-Lannister). Acompañan a Preacher, su ex novia Tulipán, y  Cassidy, un vampiro irlandés que también es drogadicto. (WTF?) La trama es tan estrambótica que voy a tener que verla. Si sale algo como “Constantine”,  la dejo car. En cambio si tiene ribetes de western moderno y matices místicos a lo”Carnival”, tal vez la siga.

Cada vez estoy viendo menos televisión, por eso me he vuelto über exigente. Lo único que me llama la atención de la cosecha televisiva es “Stranger Things”. Tal vez nada más porque marca el debut de Winona Ryder en la televisión. La historia de una mujer cuyo hijo es secuestrado por fuerzas malignas suena fantástica en papel, pero en pantalla las cosas cambian. No sé, como que siento que esta cosecha fantástica viene más que mediocre. Pero hay un sitio donde la fantasía siempre llega bien vestida y oliendo a colonia Penhaligon. Me refiero a los productos ingleses.

Este otoño,  la ITV ya se ha lucido con dos series muy interesantes. La primera es” Jekyll y Hyde” inspirada, obviamente, por la novela de Robert Louis Stevenson. Pero no se trata ni de una adaptación ni un traslado al mundo moderno como lo ha sido “Jekyll”. Esta es como una secuela que tiene lugar en el Ceylán de los Años 30. Robert, (Tom Bateman) un joven inglés, tras el asesinato de sus padres adoptivos, descubre que es nieto del Dr. Jekyll, que ha heredado la capacidad del abuelo de convertirse en el siniestro Hyde,  y que hay mucha gente interesada en controlar su poder.

Robert regresa a Inglaterra donde contacta a Sir Roger (Richard E. Grant que se ha vuelto infaltable en toda buena serie) un oficial del Servicio de Inteligencia británico que anda metido en cosas paranormales. Pero resulta que existe una organización llamada Tenebrae que está empeñada en reclutar monstruos para planes poco saludables. El problema de Jekyll es como huirle al Capitán Dance (Enzo Cilenti) jefe de Tenebrea y como descubrir la cura para esa costumbre de volverse Hyde.

El gran problema de Robert es su dualidad ya que afectará hasta su vida sentimental. Si bien Robert encuentra el amor en la bioquímica Lily Clarke (Stephanie Hyam), su otro yo se enamora de Bella (Natalie Gumede), la dueña de un night-club del  East End. Pero esta no es solo una historia de romance. De hecho ha sido muy criticada por su excesiva violencia y contiene bastantes toques sobrenaturales incluyendo una fantástica galería de monstruos.

La ITV ha puesto su mirada en los clásicos decimonónicos. Después de que su serie”Legend” fuera cancelada, Sean Bean interpreta a un veterano de guerra, hoy policía, que debe resolver el caso de un pedófilo asesino en serie. Nada muy original, pero si la situamos en el Londres post napoleónico, si intercalamos personajes  reales como Mary Shelley, William Blake y Sir Robert Peel, y si el asesino puede ser un monstruo creado con trozos de cadáveres, entonces  ya se vuelve un platillo cordon bleu.

Tras su finale después de seis capítulos, “Las Crónicas de Frankenstein” ha pasado a un limbo en el que no se sabe si es serie con posibilidades de renovación o miniserie. En ser el último caso tendría el honor de ser una de las pocas en las que Sean Bean sobrevive.

No es solo la fantasía victoriana la que inspira a los productores anglosajones. Hoy debuta “Beowulf”. Kieran Brew a quien conociéramos como el Duque de Calabria en “Da Vinci’s Demons”, dará vida al legendario héroe del poema medieval. Ya estamos oyendo los elogios de siempre “La serie mas cara de la televisión inglesa,”  "un cruce entre ‘Juego de Tronos’ y ‘El Señor de los Anillos’”. A mí de Beowulf solo me interesan Grendel y su mamá a la que siempre veré como Angelina Jolie.


Pero no toda la fantasía británica viene de ITV. La BBC prepara “The Living and the Dead” que nos llevará a un Somerset rural a fines del Siglo XIX. Para el granjero Nathan Appleby (Colin Morgan, nuestro recordado Merlín) este es el momento ideal para investigar lo metafísico. Apoyado por la Society for Physical Research se dedicará a investigar todo suceso sobrenatural en la comarca. Solo que lo que descubra afectará su vida irreparablemente.

¿Cuál de estas series o películas les interesan? ¿Sienten como yo que las últimas series de fantasía no dan la talla?